martes, 21 de diciembre de 2010

FANTASMA DE UNA MUJER INOMBRABLE.



Tú nombre he decido guardármelo para mí. No es egoísmo sino puro y verdadero amor pues nunca había conocido a una mujer mas tierna que tú en toda ésta tierra de hombres ciegos sordos y mudos, nunca conocí a una niña en cuerpo de mujer y mucho menos a una loca tan perfectamente adaptada al mundo de los cuerdos, que están más locos que los locos -si no me crees dime ¿hay más loco que aquel que por la tarde va disfrazado del cordero de Dios y luego, cuando la noche cae, desinhibe todas sus perversiones y actúa incongruente ante lo que juzgaba?Siempre me dices: "No soy de nadie, ni siquiera tuya" cada vez que en la mesa, intento sugerir de manera sutil que tu existencia es de mi pertenencia. Te exalta, mas de lo que las "injusticias" de la vida pueden hacerlo. En ese caso puedo apelar a que lo eres, tu misma me lo has dicho cuando en las mañanas tu cabecita soñadora se pega a mí pecho y escucha los latidos de un corazón que, averrante sólo parece latir de forma agradecida a tu presencia. No, no se necesitan las palabras cuando toda tú, no separas tú figura bella, tierna y sublime de mi cuerpo y me pides abrazarte fuerte para no abandonarte en ese único momento eterno; pero ¿Cómo podría hacerlo? Cuando yo si puedo aceptar sin tapujos ni titubeos que no soy únicamente tu esclavo, tu perro fiel, sino también que soy tuyo.
Me gusta -antes como ahora-, robarte sorbos de café por las mañanas, lástima, que mas que café tomas agua negra con azúcar; sin embargo el cigarrillo matutino era definitivamente el gusto compartido. Me gusta contemplarte en cada amanecer: contemplar es pequeña cintura desnuda mientras tú sin percatarte de la transgresión de mis ojos en tu menudo cuerpo, miras a las aves volar sobre el cuarto. ¿Sabes? les tengo envidia, más de la que tú pudieras tenerles a ellas por esas alas que les permiten el vuelo, para ir y venir tan lejos como les sea posible, las envido por ser capaces de capturar tu atención y atraer esa imaginación tan tuya, como tu admiración, la cual jamás obtendré, no importa cuanto haga si me paro de cabeza, sobre un pie o si detengo el mundo con mis propias manos, tú admiración solo aspira a la grandeza y yo soy tan pequeño... las envidio por apoderarse de tus sueños los cuales dejan a este pobre espectador atrás, mientras el centro de mi miedo a perderte me indica que anhelas esas alas de ensueño para huir de mí, éste coleccionista de mariposas cuyo gusto se encuentra en encerrar a las más bellas en una caja de cristal.

Me gusta ver tu método de baño: salir corriendo del cuarto (con ropa o sin ella) cuando llueve, me gusta ver como las "lágrimas de Dios" (como tu las llamas) te lavan el cuerpo. Juegas con los cristales del cielo tal y como lo hacen los hijos de las señoras de la cuadra. También m gusta caminar contigo por las calles del centro, me gusta por que me lo preguntas todo hasta "¿por qué la gente camina y no ve?", así cuando respondo a tus preguntas simple -antes me parecían asquerosamente absurdas- en comparación con tu sabiduría que se te va volviendo inocencia. Me fascina tu caminar pausado para lograr detectar cada detalle de la calle por la que cruzamos "inadvertidos por el universo" que hacen de tus pensamientos una poseción de valor incalculable.

Me gusta todo de ti: tus rabietas, tus detalles, contradicciones y locuras. Me gusta todo de tí, salvo tu nombre pues te me has vuelto una mujer inombrable desde que abriste esas alas que tanto envidiabas para volar, pues al irte es como si se hubiera perdido una bella locura que arrancaba de mis entrañas todo lo que he sido y parte de lo poco que aún soy. Eres inombrable pero te juro que todo es por amor, el nombrarte, es herir aun mas la llaga. Nombrar lo inombrable es aceptar hablar de tí en mi pasado y yo te deseo, ¡te necesito! en mi presente...

Me gusta todo de tí, inclusive ver tu sombra deslizándose por las mañanas entre la puerta del adiós y el ayer de los jamáses. ¡Ver que te vas, ¡por Dios que incluso eso me gusta de tí!, ver a la mujer perdida, ver al fantasma llegar por las noches y marcharse durante las mañanas. aceptar la locura de ver fantasmas es tenerte aquí, junto a mí. Todo me gusta de tí lástima que estés muerta.