miércoles, 25 de agosto de 2010

LA TINA DE XIMENA.


A Marcela, quién siempre intentó no ser una muñequita de pastel.


Entra, ¡te reto a que entres! ¡mirame! ¡te reto a que lo hagas!

Te encontrabas frente a la cortina, temías abrir los ojos ver lo que presenciarais debajo de tus pies descalzos y húmedos; tanto cómo para lograr que subiera por ellos la sensación de lo que ya había ocurrido.
Tu color favorito siempre ha sido el rojo ¿o es acaso que ya no te agrada? anda, abe la cortina y mira que tan roja puedo llegar a ser.
Me encuentro a mi misma como cada noche, hora tras hora esperándote, romántica y con las luces apagadas y las velas encendidas sobre la tina. La diferencia entre ayer y hoy: es que desde no sé cuanto tiempo se encontraban apagadas. Te quedaste totalmente paralizado, hehizado por la brujería que emanaba el agua del piso derramada por todo el baño, pues la tina se había desbordado. No me hagas esperar más ¡abre la cortina!. Quitate las ataduras. Entra conmigo, quizás este fría para , porque yo ya me he acostumbrado.


Estabas tenso cómo la madera, tenías la mirada perdida y fija sobre l cortina.

No, no llames al doctor, hace un rato que tu idea se ha vuelto inservible; "¿sigue ahí?, ¿por qué no se ha movido?". De seguro ya sabías que me perdí y no quiero regresar. Estar contigo, compartiendo tú cuerpo, siempre ha sido un tremendo infierno, de modo que yo prefiero quedarme aquí, donde el rojo también se ha vuelto mi color favorito; regresar a sería cómo morir y yo quiero seguir viviendo. Ven, abre la cortina y te enseño (si lo deseas) de que maneras se tiñe de rojo el agua. Te enseño como se abren las venas de las muñecas, mientras la sangre se escurre segura, orgullosa, elegante. Se pierde en el agua, o es que el agua la adopta como parte de su ser. ¡Ven que te enseño! abre la cortina y veme; no me olvides, abre la cortina. Seguías ahí, de pie sin hacer caso a mís palabras, seguías teniendo miedo, pero no te preocupes no te culpo si querías mantenerme oculta, pues quizá yo también he preferido hacerte a un lado para no sentir remordimiento.

¡Finalmente abriste!. Mirá, no tenías porque estar asustado. No era yo ¿lo ves? ¡no era yo!, sólo eras tú. jaja eres tú. Mirame bien aquí en la tina. ¿o acaso que no te gusta? Ximena, esta bañada en sangre, ¿no era eso lo que querías? ¡Oh! ¿porque será que deseo abrasarte? Puede ser el hecho no arrepentirme de nada o de arrpentirme de no haberte llevado conmigo? Sí te hubiera abrazado, seguro te llevaría conmigo - oh cuanto deseo abrazarte-, no volverías a matar. No, no volverías a hacerlo, así cómo nos mataste a Ximena y a , ¿o será que debo decir a Ximena y a mí?.

30-noviembre-2009.